Me comentan que el ministro Pedraza ha declarado en una entrevista radial que soy un personaje intrascendente como para ser objeto de un seguimiento. Asumo que el aspecto de mi intrascendencia, al que se refiere es el de mi formación y actuación pública en temas de seguridad, asunto al que me he dedicado profesionalmente desde mediados de los años noventa; por cierto, único aspecto de mi irrelevante vida al que Pedraza puede acceder legalmente.
Y tiene razón. Cuando me comparo con un ministro el Interior de su talla, tengo que admitir mi inexperiencia e ignorancia en estas materias. Recuérdese que Wilfredo Pedraza fue seleccionado por Nadine Heredia, luego de que ella ofreciera el cargo a media docena de personas, las que le rechazaron la oferta cuando ella no les aceptó condiciones mínimas, como libertad para elegir al director general de la PNP y a sus viceministros.
Pero Pedraza sabía que se bastaba solo y en este tiempo ha demostrado por qué va a pasar a la posteridad. Son ya unánimemente reconocidos sus aportes a la re-conceptualización de la inseguridad ciudadana (“un problema de percepciones”) y sus notorios éxitos en darle tranquilidad a los ciudadanos.
Estos ya saben que ahora los ladrones son detenidos, que las pandillas están bajo control, que ya casi no hay marcas o sicarios y que las extorsión es una palabra a punto de salir del diccionario de los peruanos por falta de uso. Creo, incluso, que ya hay conversaciones en sectores cívicos agradecidos, para que el día (ojala distante) en que deje el cargo, en lugar del cuadro correspondiente, haya un busto de mármol que haga justicia al tamaño de su aporte.
Ahora bien, por qué un personaje tan encumbrado gasta su invalorable tiempo en divisar, debajo de la neblina invernal, a personas tan insignificantes como yo y encubre el seguimiento del que he venido siendo objeto junto con Rospigliosi y Costa por agentes de la DIRIN, a solicitud de la DINI.
Ojo, no lo pongo en condicional. Hubo un operativo OVISE (“Observación Vigilancia y Seguimiento”) a fines de mayo, desde el Parque del Amor, teniéndonos como objetivo. Las cosas son tal cual las hemos denunciado. Las informaciones recibidas “desde dentro” son demasiado consistentes y hay más en camino. Pongo mi mano al fuego de que el tiempo lo re-re-confirmará.
Nos dicen que mentimos o al menos nos equivocamos. Que todo es un problema de casualidades y percepciones equivocadas. Que todo está claro como el agua clara. Que era un operativo anti narcos hecho por personal de la “división de asuntos políticos de la DIRIN”.
Que fue un error intrascendente que luego falsearan nombres y trataran de ocultar las huellas de su presencia a la propia policía. Que los “puntos” seguidos salieron por el aeropuerto esa noche, uno con rumbo a Colombia y otro a Panamá. (Por poco y dejan su dirección futura para que les reenvíen los producto de sus delitos).
Pero nos dicen también (y pese a que ya saben “la verdad”), que van a investigar a fondo las denuncias y que renunciarán, si se comprueba que son ciertas. Dada la trascendencia de quienes hacen estas afirmaciones he de creer ambas versiones; la fragante contradicción debe ser sólo aparente. Las personas así de trascendentes, ni mienten ni se equivocan.
