La guerra en el Vraem ha dejado hondas cicatrices físicas y psicológicas en los jóvenes del distrito pucallpino de Manantay. En sus asentamientos humanos lloran la muerte de numerosos reclutas que se alistaron con la promesa de una beca de estudios. Los héroes salidos de este distrito, como otros jóvenes de nuestra selva, han estado en primera línea en la guerra contra el narcotráfico y el terror. Estas son sus historias.
“Porque el Señor es justo y ama la justicia, y los que son rectos verán su rostro”.
El Salmo 11 es el elegido por el sacerdote italiano Enmanuel Munafo para iniciar un réquiem por los jóvenes ucayalinos muertos en el Vraem desde 2008 tras alistarse en el servicio militar voluntario. Sus tumbas son un buen método de conteo:15 lápidas de jóvenes caídos en zona de combate, la mayoría menor de 20 años, solo en el cementerio del kilómetro 5 de Pucallpa.
“El último grito de nuestros hijos lanzado al cielo es un grito de justicia”, prosigue el religioso diocesano. “Su vida la robó una guerra que no es cierto que es de todos”. El padre enumera sus nombres: “Ever Paima Chávez, fallecido el 15 de agosto de 2012”. “¡Presente!”, grita alzando el brazo su hermana Inés. “William de Jesús Sánchez Anahuari, fallecido el 19 de julio de 2011; Vides Ríos Flores, fallecido…”.
Mientras contempla los nichos de sus compañeros de promoción caídos, Luis Pérez Shuña, 25 años, herido en la emboscada de Sanabamba, se coloca en un discreto segundo plano. El 9 de abril de 2009, 14 jóvenes (11 de Pucallpa y 3 de la vecina Contamana) volaron en pedazos por cargas de dinamita accionadas a distancia.Murieron todos los soldados de la primera patrulla y hasta el quinto hombre de la segunda. Luis era el tercero del segundo grupo, pero se lo saltó la muerte.
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