El año pasado visitamos las instalaciones de Antamina, en Áncash, a casi 5.000 metros sobre el nivel del mar. Al visitante se le ofrece todo tipo de infusiones menos mate de coca, el único que realmente puede aliviar el mal de altura. ¿Por qué lo hacen? Porque de tanto que nos invade y destruye el narcotráfico, nuestra hoja de coca está perdiendo su valor cultural, medicinal y alimenticio para ser discriminada, víctima del pésimo uso que de ella hace la producción de cocaína.
Y no digo esto para justificar a los cocaleros del VRAE, a quienes el jefe de Devida, Ricardo Soberón, les pide paciencia y hasta disculpas por la política de erradicación de cultivos ilegales.
Al contrario. Lo digo porque, gracias a la hipocresía de defender la coca ilegal como si fuera de consumo tradicional, lo que estamos generando es que nuestra valiosísima hoja desaparezca en manos de la absoluta ilegalidad.
El 90% de las más de 60 mil hectáreas que se siembran en el Perú se destina al narcotráfico. La coca sembrada masivamente destruye el suelo selvático.
La PNP está haciendo un gran esfuerzo por decomisar toneladas mensuales de pasta básica pero también está coludida con el narcotráfico en algunos lugares e incluso trafica su propia droga, como lo vimos hace dos semanas en Huancayo.
El resurgimiento de Sendero Luminoso, auspiciado por el dinero del narcotráfico, se da sobre todo en el VRAE, donde este año se desmanteló una escuela de reclutamiento terrorista para niños. Hay más de 7 mil personas presas en el Perú por tráfico de drogas y más de 4 mil sentenciadas.
El narcotráfico –¿es necesario decirlo?– produce extorsión, mentira, corrupción de autoridades, ingreso de armas al Perú y muertes violentas, repentinas y sangrientas. Su poder crece a costa de nuestro miedo.
Los problemas de inseguridad ya los empezamos a sentir todos. Igual que los cultivos ilícitos, las armas se propagan y se adquieren cada vez más fácilmente.
En el campo mueren policías y soldados casi todos los días en manos de narcoterroristas. En la ciudad les caen balazos a nuestros niños.


