La directora de la ONG Instituto Regional para la Educación y el Desarrollo (REDES), Iris Vílchez Páucar, alertó que la principal ruta que utilizan los delincuentes dedicados a la trata de personas en el departamento de Junín es la de Satipo-Pichanaki, seguida por las ciudades de Huancayo, Tarma y La Merced.
“En estos lugares se gestan todas las condiciones para que este delito se desarrolle con impunidad ya que en sus alrededores existen comunidades nativas muy pobres y alejadas, en situaciones de abandono”, explicó Vílchez Páucar. “En todos los casos se trata de una población vulnerable que tiene poca información y está desprotegida por el Estado”, añadió.
La vocera de REDES, ONG que trabaja en Junín desde 1989 y se dedica a investigar la situación de vida de poblaciones de escasos recursos desde la perspectiva de género y promoción social, manifestó que la modalidad más común de la trata de personas en la zona es la explotación sexual.
Víctimas de comunidades nativas
“Se ha detectado que la mayor parte de las niñas y adolescentes captadas en las comunidades nativas de la selva suelen ser víctimas de explotación sexual, mientras que los jóvenes captados en comunidades campesinas de la sierra sufren explotación laboral”, detalló.
Según la especialista, esta marcada diferencia se da porque en las zonas rurales cercanas a las comunidades nativas existen bares, nightclubs y “chinganas” donde se “comercializa” a los menores de edad.
“En cambio, en las ciudades más grandes de la sierra la explotación se realiza de modo más hermético, para no llamar la atención. La modalidad allí es el trabajo infantil, un delito que no se percibe mucho porque ni las autoridades ni la población está muy sensibilizada sobre ello”.
REDES es una institución que forma parte de la Red Mirada Ciudadana-Junín y ha ayudado a la formación de mesas de trabajo institucionales desde el año 2003.


